jueves, 24 de mayo de 2012

CAPITULO 10. NORMAN VINCENT


CAPITULO 10.
COMO SER UN PENSADOR POSITIVO

Parece que algunos son por naturaleza pensadores positivos, en tanto que otros aprenden a serlo mediante rudo esfuerzo.
El ser humano está dotado de la facultad de romper viejos hábitos y de formar otros nuevos, de modo que cualquier hábito se puede modificar.  Aun cuando a veces son profundas las huellas cerebrales que dejan los procesos habituales de pensamiento, están sin embargo sujetas a revisión si es fuerte el deseo de revisarlas, la voluntad firme y la imaginación aguda.
     Así pues, quiero recalcar este hecho básico: Usted puede cambiar su pensamiento negativo por pensamiento positivo y gozar de las bendiciones que esta conversión trae.  Esto es posible aun cuando durante mucho tiempo y de manera muy completa haya sido usted pensador negativo.  La máxima prioridad para convertirse en una persona positiva es la voluntad.  Es necesario que usted quiera ser una persona positiva con tanta vehemencia que se resuelva a empezar inmediatamente el proceso de cambiar su modo de ser.
El presente libro lo escribí en parte como respuesta a muchas preguntas, especialmente sobre cómo puede un individuo volverse pensador positivo y seguir siendo positivo en medio de las alzas y bajas de la vida.  Así pues, ¿cómo puede usted volverse en pensador positivo y permanecer como tal?
     Como ya lo he dicho, la máxima prioridad es la voluntad, pero aun eso no basta.  Se necesita intensidad del deseo.   Para ser un pensador positivo, usted tiene que querer serlo, no a medias y melancólicamente, sino con toda la fuerza del deseo de que usted sea capaz.  Si su deseo es intenso, las probabilidades de buen éxito serán mínimas.  En cambio, con deseo intenso y sostenido, ya tiene usted el primer ingrediente para llegar a ser una persona positiva.
Desde luego, es preciso saber exactamente qué es lo que uno desea tan intensamente. ¿Qué es al fin y al cabo el pensamiento positivo? Lo definiré describiendo a un pensador positivo: Es una persona vigorosa, resistente, mentalmente recia, que ve todas las dificultades pero las ve como son.  No desmaya ante ninguna adversidad, revés o situación en apariencia imposible de superar, sabiéndose perfectamente capaz, con la ayuda de Dios, de ver claramente toda dificultad, analizarla y vencerla.  Para el pensador positivo siempre hay un camino, siempre una solución.  Frente a un problema difícil dice: “Ya sé que es difícil, pero hay remedio”, y agrega:
“Lo que es imposible para los hombres, posible es para Dios” (S. Lucas 18:27), o bien “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).  Y después ¿qué hace el pensador positivo? Sencillamente, sigue adelante y alcanza sus metas.

     El pensamiento positivo es todo lo contrario del pensamiento negativo.  El negativista es un descreído mientras que el positivista es un creyente; el uno esta lleno de dudas sobre sí mismo, el otro lleno de confianza en sí mismo.  El uno se da por vencido cuando se encuentra en una dificultad; el otro se pone a la altura de las circunstancias cuando las cosas marchan mal.  El pensador negativo con su desesperanza cierra el flujo de la potencia creadora.  El pensador positivo, apoyándose en la fe en Dios y en sí mismo, abre del todo los canales por donde fluyen la potencia y la creatividad que producen resultados sorprendentes. 
     Efectuar el cambio de negativo a positivo requiere, al principio, empezar a alimentar ideas positivas acerca de las cosas pequeñas.  Ataque su vieja actitud mental negativa con pequeños proyectiles positivos, tales como “Sí puedo”, “Sí es posible”, “Esto va a resultar bien”.  El simple paso de estos pensamientos positivos fragmentarios por el entendimiento empezará a labrar un nuevo surco mental, aun cuando sea pequeño.  Esta práctica, repetida diariamente durante algún tiempo y seguida por pensamientos más fuertes, ahondará al fin el canal que se va formando en la mente y acabará por socavar el viejo canal de pensamiento negativo, que se hundirá.  Entonces el pensamiento dominante en su mente será una actitud mental positiva.
     Uno puede llegar a ser un pensador positivo no solamente teniendo un deseo intenso y re adiestrando el proceso de pensamiento, sino también aprendiendo una nueva manera de hablar.  El lenguaje es la articulación audible de una idea formulada por el pensamiento en el proceso mental, y la reiteración de un planteamiento tiende a incrustarlo cada vez más profundamente en el subconsciente hasta que asume la forma permanente de un hábito.  El hábito se forma por la repetición constante de la acción instintiva, intuitiva y a veces deliberada.   

¡El pensador positivo imagina lo posible y atrae el éxito hacia sí mismo y hacia sus proyectos!

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